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Palabras y neuromatriz: las palabras pueden dañar

Maria Richter, T. W. (febrero de 2010). Do words hurt? Brain activation during the processing of pain-related words PAIN, 148(2): 198-205, doi:10.1016/j.pain.2009.08.009. PAIN, págs. 108 - 205.

Según las investigaciones realizadas por Thomas Weiss, profesor de psicología de la Universidad de Jena, la palabra “dolor” puede activar los centros de dolor  (Maria Richter, 2010). Los resultados de dicha investigación se publicaron en un artículo de prensa bajo el título Las palabras pueden dañar, recomendándose en el mismo a los profesionales del sector que midan el uso de ciertas palabras en el tratamiento del dolor y sobre todo que recurran a palabras que generen efectos positivos. Seguir leyendo

Muchos coaches y psicoterapeutas ya están al corriente de los fascinantes estudios en torno a las terapias contra el dolor de la Universidad de Jena realizados bajo la dirección de Thomas Weiss, profesor de psicología de dicho centro. Según los datos obtenidos en el escáner cerebral,  la simple confrontación con la palabra “dolor” o con términos como “ardiente” o “perforante” podía activar los centros de dolor en las personas sometidas al ensayo (Maria Richter, 2010). Los resultados obtenidos se publicaron en un artículo de prensa bajo el título Las palabras pueden dañar, recibiendo tal estudio el premio que otorga la Sociedad Alemana para el Estudio del Dolor. La recomendación que hacían los investigadores era y es usar las palabras con precaución cuando se están tratando pacientes que sufren dolor, dando prioridad de uso a aquellos términos que ejerzan un efecto positivo. Nosotros mismos – Cora Besser-Siegmund y Harry Siegmund –  propagamos en la década de los 80 la idea de que no se debía confrontar a los pacientes con una “agenda del dolor”, sino ofrecerles una “agenda de experiencias corporales”. Únicamente la palabra induce apaciblemente al cerebro a pensar que el cuerpo también puede propagar señales positivas y agradables.

Thomas Weiss y su equipo explican la relación entre la palabra y los centros del dolor  mediante el concepto de la denominada  “neuromatriz”.